La necesidad de contar historias
Un virus diminuto, silencioso e invisible se instaló en nuestras vidas y en la cotidianidad de nuestros días. La contingencia sanitaria ocasionada por la pandemia COVID-19 afectó a nuestro
país y al mundo entero.
Actualmente estamos viviendo momentos de crear nuevos hábitos de higiene, distanciamiento social y físico, uso obligatorio de la mascarilla, confinamiento, educación virtual, teletrabajo, estadísticas de los contagios, decesos y la triste realidad de muchas personas y familias que sufren hambre y pérdidas de trabajo.
El confinamiento en las casas hace que el espacio cobre una dimensión distinta y la relación con las personas y los objetos sean resignificados en nuestras cotidianidades a medida que pasa el tiempo.
El CCP – Santa Cruz, centro cultural dependiente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia; a principios del mes de mayo, luego de 45 días de cuarentena total, lanzó una convocatoria abierta a la comunidad virtual, llamada “Narradores de objetos desde casa”, con el propósito de construir un proceso creativo conjunto a partir de la nueva realidad.
Es así, que los invitamos a recorrer la presente publicación construida por narraciones de 70 personas que nos cuentan al mismo tiempo un momento de su intimidad, un espacio del confinamiento,
a través de fotografías de objetos que son importantes para ellos y sus cotidianidades. Y, de alguna manera también, para nosotros que compartiremos en la memoria este momento en que el mundo entero se detuvo a causa del coronavirus.
Paola Claros
Directora del CCP
Un aporte testimonial
El existencialismo sartriano postuló que en los objetos, a diferencia de los humanos, la esencia antecede a la existencia; esta esencia se extrae directamente de la utilidad: la esencia de la tijera es servir para cortar, y la del reloj dar la hora. Sin embargo, sabido es que en el plano de las afecciones los objetos pueden también guardar memorias de nuestras vidas.
Paralelamente existe otro plano simbólico social, en el que algunos objetos adquieren el valor de patrimonio cultural de la sociedad, validados como portadores de memoria y herencia de un pueblo. Estos objetos sacralizados se resguardan en los museos, las casas especializadas donde se narran historias sobre la construcción de nuestros modos de ser y representarnos, valiéndose de la reunión de estos objetos enlazados por un discurso, en una línea de tiempo y dentro de un lugar arquitectónico.
“Narradores de objetos desde casa” plantea como ambiente de esta narración al interior de la casa o la morada de residencia, el contexto único dentro del cual ciertos objetos personales pueden alumbrarse como portadores de memoria y afecto para sus dueños.
Podrán ser objetos usados, cosas caseras, tal vez averiadas, grandes o de bolsillo, relucientes o maleteados por los trajines de las mudanzas, o afectados por el paso del tiempo, pero su valor estará intacto. La vocación narradora vive en todos nosotros, puesto que desde el principio de los tiempos, el ser humano disfrutó de las historias, del goce de contar y que le cuenten algo. Lo inusual son las condiciones en que propusimos esta actividad; la variable que lo acelera todo es la urgencia e incertidumbre, el giro que ha generado el COVID-19, obligándonos a reflexionar acerca de la finitud
de la vida y la vulnerabilidad de nuestros cuerpos. Con aquella sensación de apremio invisible, surgieron preguntas: ¿qué historias deseamos narrar a partir de lo que nos rodea?, ¿qué dicen
esos objetos silenciosos de nuestra vida?, ¿qué deseamos seguir guardando?, ¿y qué deberíamos dejar realmente importante para los nuestros?
Tiempo para reordenarnos, para amueblarnos convenientemente, dentro y fuera de nosotros.
“Narradores de objetos desde casa” no es solamente una manera de exponer juntas una serie de fotografías de objetos, sino que es una costura de memorias afectivas reunidas en un espacio
que no tiene lugar; sin haber una sala referencial, se costuran en esta publicación diversas intimidades desde su propio espacio. En suma, esta publicación reúne una serie de objetos desde su casa, cuya
esencia consiste en narrar una historia personal, pero que aunada en el conjunto genera una panorámica del sentir colectivo en la cuarentena, aquello que añoramos cuando se paralizó la vida y se enfermaron algunos y partieron otros, lo que se nos dio por recordar, lo que nos dio fuerzas, con el corazón anclado en el pasado y la mirada puesta en el futuro, atentos a las transformaciones que deparará la vida, radiante, dura e inédita.
Jorge Luna
Investigador del CCP