“La historia del Centro de la Cultural Plurinacional está ligada a la presencia y la última etapa de la vida de don Pantaleón Contreras. Su partida nos deja un gran vacío, porque en todos estos años, don Pantita no ha hecho otra cosa que entregarse a su trabajo, con dedicación, esmero y compromiso con la institución. Emérito funcionario de nuestra institución, conocía los recovecos más discretos, las mañas más inesperadas, y la ubicación de cualquier cosa dentro de nuestras instalaciones. Pero, sobre todo, el trato humano, cercano y familiar de un hombre sincero, trabajador y transparente, uno de los últimos de su generación, era lo que lo distinguía de todos los demás” así se expresa Edson Hurtado, Director del CCP, compartiendo sobre el valor de un funcionario público que partió de este mundo.
Pantaleón Contreras Carrillo nació en Quirusillas, localidad de la provincia Florida del departamento de Santa Cruz. Sus padres: Cecilio Contreras (+) e Isabel Carrillo lo recibieron un 27 de julio de 1952. Vino al mundo junto a su hermano gemelo Nathalio, quien fallecería a pocos meses de su nacimiento.
Al pasar los años, la familia se constituía por los padres y diez hijos a los que llamaron: Catalina, Rogelia, Pantaleón, Nathalio, Elia, Eliberto, César, Emiliano, Susano y Ana María. Trabajaban la tierra juntos, y aunque forjar la vida con las manos era duro, los Contreras se fortalecieron y crecieron. Producían frutas y verduras, y criaban algunos animales para consumo y venta.
“Mis padres nos contaban que los gemelos, Pantaleón y Nathalio eran muy enfermizos. Nathalito no logró sobrevivir, Pantaleón, sí, pero era se enfermaba mucho en sus primeros meses de vida. Nuestro padre debía caminar 18 kilómetros hacia una posta sanitaria con su hijo pequeño en brazos, cada vez que se enfermaba”, recuerda su hermana, Ana María. “Pensaron que Pantaleón moriría pronto, pero no fue así. Aprendió a luchar por vivir: si no tenía fuerza, tenía fe. Su salud mejoró en su niñez, pero quedó esa costumbre de cuidar su salud y de superarse de cualquier malestar, físico o emocional. Dicen que mi padre se enojaba con mi mamá y la responsabilizaba por la salud de mi hermano. Así manifestaba su cansancio al caminar frecuentemente hacia el médico para que Pantaleón sea atendido”, añade emocionada.
En 1978, el joven Pantaleón llega a Santa Cruz de la Sierra para seguir creciendo, trabajar y prosperar. Su entusiasmo por la vida lo manifestaba en su manera de trabajar y compartir con su entorno. Se casa con Doña Reina Avila Lino, oriunda de Vallegrande y tienen sólo una hija: Verónica.
Pantaleón, consigue trabajos como maestro de obras de construcción. Durante años es recomendado por diferentes personas que reconocían su eficiencia. Casas, edificios, condominios, acumuló en su experiencia laboral hasta que en 2009, llega a la calle René Moreno #369, para prestar sus servicios en la remodelación de lo que sería luego el Centro Cultural Santa Cruz, y donde después, recibiría la invitación para quedarse a trabajar ahí por su esmero y confiabilidad, muy apropiadas para resguardar el edificio como Personal de Apoyo – Portero.
En 2013, la institución se convirtió en el Centro de la Cultura Plurinacional (CCP), Pantaleón era una parte carismática de la estructura institucional, el testigo de la historia de uno de los centros culturales más importantes del país.
Estando en el umbral del lugar que tanto quería, era quien recibía y colaboraba a todos: funcionarios y artistas, con total disposición. Según el personal del CCP y la familia Contreras, Don Panta apoyaba con el pintado de las salas, la ambientación de espacios, jardinería y cuanta actividad requería, más que de destreza: de voluntad.
Su hija Verónica recuerda, que desde la invitación a trabajar en la institución, hubo un cambio visible en su padre: “Estaba más contento, decía que los artistas lo entretenían”, menciona, y agrega una anécdota que conecta el sentido de bienestar en el ambiente cultural: “un día, alguien se olvidó un violín en una sala. Fui a buscar a mi papá, y descubrimos el instrumento al revisar el lugar antes de cerrarlo. Él me dijo que sabía tocarlo y lo hizo. Papá tenía un grupo musical con el que tocaba el violín, antes de que yo naciera”.
Viviana Marzluf, encargada de biblioteca desde 2015, comenta que la persona que la recibió y apoyó fue don Panta: “Me saludó, me dio la bienvenida y ofreció su ayuda con el colocado de algunas repisas y nuevos libros. Muy amable y voluntarioso desde el primer día hasta el último”
En 2019, la FC BCB y el CCP le hacen un reconocimiento por su trayectoria y dedicación en la institución. En aquel entonces, agradecido comentó que se enamoró del lugar. Contó que le pone cariño a todo lo que ahí hace, ya sea pintar algunas paredes o ayudar en el montaje de exposiciones. Habla con admiración que tiene hacia la obra de Lorgio Vaca, que fue tema de exposición, publicaciones y conversatorios en diferentes ocasiones en las salas del CCP.
Amigo de todos, buen conversador y amante de la música ranchera, no dejaba de caminar en las once salas, cuidándolas con mucha responsabilidad. Siempre accesible, solucionando con las manos cualquier artefacto malogrado, sumando a la jornada sus habilidades y su amistad. El miércoles 6 de julio, luego de una jornada más de trabajo, cruzó el umbral, Don Pantaleón regresó a su casa, donde su corazón se quedó inmóvil. Ya había caminado largo, duro y feliz en la vida. El reloj marcó la hora de descansar y, acompañar a Nathalio y a sus otros hermanos. Deja muchos colegas y amigos sorprendidos, deja una institución que ayudó a construir de varias formas y que de seguro, siempre le guardará gratitud y hará eterna su memoria.
Homenaje realizado por el CCP en memoria de Don Pantaleón.